Argumento:
Cuidado con lo que
deseas...
Jenna Marks tiene
una fantasía secreta, ser secuestrada, amarrada y seducida. Cuando
confiesa su secreto a su mejor amiga en un desafío, nunca se imagina
que se haría realidad.
Rob Colvin, el
dueño de "La Mazmorra" le había echado el ojo a Jenna
hacía meses, pero no creía que Jenna estuviera vinculada a las
calientes cosas él que hacía. Cuando escuchó su secreto, supo que
sería el único en realizar su fantasía, un fin de semana de su
sumisión a él, su amante misterioso y magistral
Capítulo
1
“Ser
secuestrada” Jenna Marks susurró a su amiga. Miró a su alrededor
para asegurarse de que nadie en la cafetería escuchara su confesión.
No había nadie cerca, salvo un magnífico hombre mirando su
ordenador y disfrutando de un café con leche, pero llevaba
auriculares, por lo que tenía la seguridad de que no la había
escuchado.
“¿Secuestrada?
¿Esa es tu fantasía secreta?” preguntó Mira. “Parece un poco…”
“Y, ya sabes…”
Jenna interrumpió. “Hum, forzada.”
“¿Violada?”
“¡No! Dios, no.
Quiero decir, bueno, caray… Es una fantasía. En mi fantasía él
tiene la certeza de que lo deseo, y lo obtengo. Pero, ya sabes. Es
una inofensiva y rara fantasía. Millares de mujeres la tienen.”
“¿Millares?”
“Sólo porque tú
no las tienes, no significa que no sea cierto” respondió Jenna,
sintiéndose consciente de si misma, sin hacer nada, jugaba con un
mechón de pelo castaño que le caía sobre la clavícula. Miró de
nuevo al hombre para asegurarse de que no estaba escuchando. Bajo el
ala de su gorra de béisbol roja, sus ojos verdes miraban fijamente
la PC. La gorra, que cubría el cabello corto y oscuro, parecía
estar en oposición con la camisa blanca abotonada, pero parecía en
perfecta armonía con los músculos que el algodón apenas contenía.
Por suerte, parecía totalmente ajeno a la conversación que se
desarrollaba a su lado.
¡Señor!, ¿que
la había poseído para contar la verdad cuando Mira le preguntó
cuál era su fantasía secreta? Ella no había jugado a verdad o
desafío en su adolescencia, y esta versión a los veintiocho años
le estaba provocando nauseas. Deseando haber mantenido la boca
cerrada, agitó el sobre monodosis de Splenda1
en su de otra manera café negro. Su estómago se retorció ante la
idea de otro café y pensó que tal vez debería comer algo en su
lugar, pero no tenía tiempo para alimentarse de verdad y en la
cafetería solo había pasteles.
Suspiró y se tomó
un sorbo de su bebida humeante. Mira no debería sorprenderse por su
confesión. La chica se había entregado de una aventura descabellada
a otra. Sin embargo, Jenna se daba cuenta ahora, que debería haberle
dicho que se metiera en sus propios asuntos.
“¿No tienes
ningún tipo de deseo secreto?” preguntó Jenna con la esperanza de
desviar la atención de si misma.
Mira tenía las
mejillas coloradas. ¿Su amiga ruborizada? Debía ser una fantasía
extraordinaria.
“Suéltalo”
pidió Jenna.
Su amiga negó con
la cabeza.
“Yo, uh, he
hecho todo con lo que podría fantasear. Nada como ser secuestrada”
miró su reloj. “¡Opps! Me tengo que ir o llegaré tarde. Jueves
por la noche y tengo mucho que hacer. Te llamaré mañana y me darás
todos los humeantes detalles sobre Craig y su gran… ¿camión?
“Si, claro”
Era la forma de
Mira de escabullirse de decirle su fantasía. Jenna negó con la
cabeza. No importaba. Mira lo olvidaría en dos segundos, y Jenna se
iría a casa con su merodeador a pilas y fingiría que era un extraño
enmascarado que venía por ella.
Rob Colvin se
forzó por no mirar con la boca abierta a la hermosa mujer de la mesa
de al lado. La había visto por allí antes, y cada vez ella lo
fascinaba con su cascada de cabellos castaño oscuro, y los perversos
ojos azules brillantes. Era un poco delgada para su gusto, pero nada
que no pudiera ser resuelto con una pizza y un pastel.
Cuando la vio, su
polla se puso a toda marcha. No era el clon de la muñeca Barbie que
muchos hombres buscaban, pero era la personificación de sus sueños.
Y después de oír la fantasía secreta que acababa de contarle a su
amiga… Oh, tío, estaba perdido.
Como propietario
de un club de estilo de vida alternativo, La Mazmorra, raramente se
acercaba a una mujer. Cuando lo hacía, ellas simplemente le sonreían
falsamente o salían corriendo de miedo. Sí, muchas mujeres que se
había encontrado tenían miedo de su modo de vida, o estaban
encantadas con un breve paseo por el lado salvaje, pero eso no le
gustaba. No quería un esclavo como estilo de vida, solo alguien que
fuera sumisa a él cuando comenzase una escena, alguien que siempre
fuera su esclava en el dormitorio.
Su polla empujó
contra el cierre del pantalón, y se revolvió en la silla, esperando
quitar parte de la presión. Oír a la ‘Pequeña Señorita Sueños
Húmedos’ revelando su fantasía envió su imaginación a volar y a
su necesidad a una carrera salvaje. Si ella quería la fantasía, él
era exactamente el hombre para realizarla. Pero, ¿ella querría lo
que las demás o debería presentarse? Recostado en su asiento, la
miró cuando ella se levantó de la mesa. Sus delgadas caderas se
balancearon cuando se movió para terminar su café y luego dejar el
edificio. Desde que adquirió su club, había aprendido mucho de
mujeres, y esa definitivamente necesitaba de quince a veinte libras2
más en ella.
Secuestrarla sería
difícil y arriesgado. Desde luego no quería ganarse de quince a
treinta años en prisión. El riesgo no iba a detenerlo, no
demasiado. Había visto la mirada en sus ojos, cuando confesó su
deseo secreto a su amiga, el deseo en su interior era fuerte y
profundo, ella realmente lo anhelaba.
Si resultaba que
ella no lo quería a él, la devolvería a su propia cama, sin
tocarla, si ella lo quisiese… Bueno, entonces sería suya. En todos
los sentidos. Él la ataría a su cama, y la haría gritar de placer.
Aprendió pronto que su placer estaba en relación directa con el de
su sumisa y la dulce belleza que acababa de salir era definitivamente
una sumisa, no había duda sobre eso. Ninguna mujer que fuese una
Dominante disfrutaría de ser secuestrada y ‘forzada’
seductoramente.
La vio sacar su
Tracker3
del aparcamiento, y luego rodar hacia la calle. Ella vivía en el
mismo complejo de apartamentos que su hermano, Braydon, y la vio
estacionar en el garaje subterráneo del edificio. Sabía a través
de conversaciones con Braydon, que los residentes del edificio habían
pedido en varias ocasiones la instalación de cámaras de seguridad
en la zona del garaje, pero aun no las habían puesto.
El cloroformo
estaba fuera de cuestión. Podía ser peligroso, y ciertamente no
quería hacerle daño. Su empresa tenía un servicio de secuestro.
Los Doms que lo supervisaban podían ayudarle con una forma segura
para llevársela. Rob comenzaría a partir de ahí.
Cerrando su
ordenador, comenzó a hacer una lista mental de las cosas que
necesitaría para el fin de semana.
La noche
siguiente, Jenna recostó la cabeza contra el volante de su Tracker
después de aparcar en su lugar habitual en el sombrío garaje. Qué
terrible día.
Todo lo que podía
salir mal, lo había hecho. Los viernes el despacho pediátrico
siempre era un zoológico, pero este había tenido algo especial en
el aire y no era solo la gripe. Había sido golpeada por un niño
pequeño, mojada por un bebé y varios críos más habían gritado
por que no querían las vacunas. Por poco había vomitado en sus
zapatos, el secretario de los nuevos ingresos no había conseguido
encontrar la mitad de los archivos de los pacientes, y Jenna había
estado corriendo sin parar desde las nueve de la mañana. El médico
a cargo había estado al borde de las lágrimas, gruñendo a todo el
personal. Eso solo fue una razón más para que Jenna considerase
emplearse en otras oficinas.
Ella había parado
en el gimnasio de camino a casa, trabajando en alguna de sus
tensiones y, después de ducharse, al menos se sentía fresca. Tal
vez comiese una ensalada en su apartamento, después vería la TV
durante unas horas, perdiéndose en alguna de sus comedias románticas
favoritas.
Tal vez dejase la
ensalada y solo colapsaría en el sofá.
Lanzando un
suspiro agotado, abrió la puerta del Tracker y salió al cemento. La
vida no debería pesar tanto sobre ella. ¿Acaso no tenía un buen
trabajo en la basura economía, amigos, un lugar para vivir…?
Realmente tenía de todo, excepto una familia o un hombre, pero al
menos uno de esos vendría con el tiempo. ¿No?
Sólo había
abierto la puerta de atrás de su vehículo, cuando dos enormes
brazos se envolvieron a su alrededor desde atrás. Su corazón se
precipitó en su garganta, el pulso voló tan rápido que apenas
escuchaba nada con su sangre corriendo por sus oídos. Una gran mano
le cubrió la boca y el aliento cálido invadió sus sienes.
Un terror puro se
apoderó de ella, haciendo temblar su cuerpo entero mientras luchaba
contra el hombre que la sujetaba. Su abrazo se apretó, pero fue por
el pánico que empezó a ver puntitos negros. Oh Dios, ¿se habría
puesto en esta situación por haber dicho su deseo en voz alta?
“Cállate un
poquito” él murmuró con su voz profunda y serena.
Las palabras
suaves la tranquilizaron un poco. No sonaba como un lunático, ¿pero
cómo sonaba un lunático?
“No voy a
hacerte daño” continuó. “Conozco tu fantasía secreta, y estoy
aquí para dártela”.
¿Cómo podría
saber su fantasía? ¿Mira se lo habría contado a alguien? ¿Era
este hombre uno de sus amigos y había sido enviado para una follada
por pena? No podía ser el tipo de la cafetería de ayer. No podía
haber oído nada, no había mostrado ninguna reacción con sus
palabras. No, esto debía ser cosa de Mira, lo que significaba que
estaba segura.
“Te he visto y
deseado durante mucho tiempo, y ahora se lo que quieres… Esta es tú
oportunidad. Asiente con la cabeza para si, y te llevaré de aquí.
Niega para no, y te irás en tu coche.”
¿Le estaba dando
opción? Eso definitivamente era idea de Mira. Su respiración se
estremeció en sus pulmones cuando respiró por la temblorosa boca.
Su estómago se agitó cuando se dio cuenta de que podía conseguir
lo que quería y sin embargo estar todavía segura.
¡Por favor, que
no sea un error!
Lentamente, ella
asintió con la cabeza, sus nervios volaron salvajes por las
implicaciones del éxito de su elección. ¡Esto era una estupidez!
¿Qué estaba pensando? Ella estaría completamente bajo su control.
“Buena elección,
nena” Murmuró con voz aterciopelada.
“¿Quien eres?”
Murmuró ella bajo su mano.
Ella lo sintió
reír y a continuación la besó detrás de la oreja. Un temblor la
atravesó, al tiempo de ser matizado por el deseo prohibido. La boca
de su captor se trasladó hacia el lóbulo de su oreja, pellizcándole
antes de seguir hacia arriba para susurrarle. “¿Quien soy yo? Para
el resto del fin de semana, me puedes llamar Amo” El brazo que la
rodeaba se movió hacia arriba, luego le pellizcó el pezón rígido.
Su voz se volvió más dura, provocando que se le pusiera la piel de
gallina. “Y a ti te llamaré esclava”.
Levantó la mano
de su boca, pero antes de que pudiera reaccionar, un paño de olor
dulce la cubrió. Infructuosamente, luchó, inhalando entre gritos.
Lentamente, el
mundo se volvió borroso, y luego se quedó a oscuras
1
Splenda Endulzante sin calorías
2
1 libra = 0,4536 kilogramos, por lo tanto, de 7 a 9 kilos más